Desde pequeña tenía claro que quería trabajar para enseñar a los niños/as. Me encantaba jugar a imaginar que era la profesora y estaba enseñando a los alumnos el contenido del curso en el cual estaba yo en ese momento.
Cuando llegó la etapa de Bachillerato, ya no lo tenía tan claro. Todas las profesiones me gustaban, el momento de elegir se iba acercando y cada vez tenía más cosas en mente: Educación Infantil/Primaria, Fisioterapia, Logopedia… Lo que sí tenía seguro es que quería trabajar con niños/as.
Unos días más tarde me llamaron para confirmarme plaza del Grado en Logopedia en la UCLM (Universidad de Castilla-La Mancha) de Talavera de la Reina. Al comienzo, no sabía muy bien en qué consistía ni que patologías trataba el logopeda, como gran parte de la población tenía la idea de “es la persona que enseña la R a los niños”.
La universidad empezó en octubre y nada más comenzar supe que era mi camino, llamadlo casualidad o causalidad, pero el destino puso en mis manos algo que a día de hoy no es mi trabajo sino mi hobby, una disciplina que hace que mis días sean más amenos, porque yo trabajando soy inmensamente feliz.
Al finalizar la carrera comencé a trabajar con adultos con discapacidad intelectual y decidí especializarme en la Terapia Miofuncional, ya que otra de mis pasiones ha sido la comprensión y el trabajo de la musculatura corporal. En las prácticas externas de esta formación llegué a Centro ADA, algo que cambió completamente mi vida. Aprendí mucho de mi tutora, Sara y de todas las profesionales que forman parte del centro, hoy día compañeras y amigas. Siempre les estaré eternamente agradecida por darme la oportunidad de aprender y por compartir todos sus conocimientos conmigo, para finalmente ofrecerme enseñar a los niños en su mayor proyecto de vida, Centro ADA.